Víctor Florián B.
Gaston Bachelard |
En las obras consagradas al agua, el aire, el fuego, la
tierra, podemos examinar las imágenes que han inspirado a los poetas, los
símbolos, el concepto de imaginación, la relación imaginación-metáfora, los
complejos (de Prometeo, de Empédocles, de Jerjes, de Caronte, etc.), el inconsciente
animus/anima.
Al seguir de cerca los trabajos sobre la imaginación
fácilmente se pone en evidencia un principio fundamental que recorre toda su
obra: la imaginación no es la secuencia de lo percibido o de lo ya vivido; por
el contrario, ella posee un carácter primitivo, “síquicamente fundamental” y en
cuanto creadora le corresponde la función de lo irreal. La imaginación, lo
afirma reiteradamente “no es la facultad de formar imágenes de la realidad, es
la facultad de formar imágenes que sobrepasan la realidad, que cantan la
realidad. Es una facultad de sobrehumanidad” (El agua y los sueños, p.31).
A esta imaginación así concebida la denomina ensoñación
creadora o imaginación material para significar precisamente que se nutre de
los cuatro elementos tradicionales. La imaginación material, expresa el autor,
se propone pensar la materia, vivir en la materia, o bien- lo que viene a ser
lo mismo materializar lo imaginario” (El aire y los sueños, 17). Es desde esta
perspectiva de la imaginación en contacto con los elementos naturales como
transcurren los análisis del “agua pesada” en la ensoñación de Edgard A. Poe,
la ofelización de las aguas tranquilas de Brujas, el complejo de Jerjes de las
aguas violentas, etc. O desde otro elemento, el aire, se hace evidente el
propósito de configurar una sicología ascensional a partir del examen de las
imágenes aéreas presentes en la poética de Nietzsche. También los análisis
consagrados al fuego llevan a definirlo como la primera materia de la
ensoñación y es esta relación del fuego con la ensoñación la que permite
comprender por una parte la pretensión de sustituir el estudio de los sueños por
el de la ensoñación y por otra, la formulación de complejos como el de Prometeo
y el complejo de Novalis.
La primera hipótesis científica sobre la invención del
fuego es el amor. La frotación es una experiencia sexualizada, por consiguiente
el fuego es hijo del hombre antes que de la madera. Ese impulso hacia el fuego
provocado por la fricción, o la necesidad de un calor compartido es lo que
constituye el complejo de Novalis. Desde otra dirección, el origen sexual de
las ideas respecto del fuego permite denunciar las falsas evidencias del
espíritu precientífico (por ejemplo, el fuego es vida) y las imágenes que se
convierten en obstáculos para el desarrollo del espíritu científico.
Al detenernos en los elementos agua y aire siempre desde
la idea que son elementos poéticos que se cumplen a la manera de una ley, son
las hormonas de la imaginación. Dentro de la correspondencia de los cuatro
elementos con los temperamentos y apoyándose en Lessius, el filósofo concluye
que los biliosos están caracterizados por el fuego, los melancólicos por la
tierra, los linfáticos por el agua y los sanguíneos por el aire.
El acceso del hombre a la humanidad gracias a la
imaginación va a la par con la desobjetividad de los objetos y el
reconocimiento en el mundo imaginario de realidades que se manifiestan también
en parejas de oposiciones: agua maternal/agua violenta, agua diurna/agua
nocturna, y es en este sentido como se sientan las bases de una teoría del
hombre superior, agresivo, armado de una voluntad inicial, capaz de convertir
los cuatro elementos en forma de provocación o más exactamente en tipos de
cóleras.
Las imágenes superficiales del agua, es decir, aquellas
que se dan en la superficie de las aguas sugieren el desplazamiento de un
narcisismo individual a un narcisismo cósmico. El rostro de narciso en el agua,
origen de los espejos, evoca no solamente una naturalización de la imagen sino
también una idealización de la belleza inacabada porque lo que las aguas le dan
no es únicamente su propia imagen sino también la imagen de las flores, los
árboles, las nubes, el cielo azul, en fin la imagen de un cosmos cuya centro es
narciso mismo.
La multiplicidad de imágenes del agua que encuentra
Bachelard en la imaginación literaria y poética contribuye a hacer evidente la
presencia de complejos. Un complejo, afirma, es un fenómeno sicológico, por
esencia inconsciente y es un transformador de energía síquica. La formulación
del complejo de Ofelia comienza por un análisis detallado de pasajes de Hamlet
para poner en relación la muerte con el agua. El agua aquí es al mismo tiempo
fuente de vida y de muerte. Se comprende entonces que junto al complejo de
Ofelia asocie el de Caronte o síntesis del viaje sobre el agua y de la muerte
como viaje.
El árbol y el agua como símbolos maternos, son tomados
directamente de Carl Jung en quien se apoya constantemente cuando explora la
relación de la imagen imaginada con los arquetipos del inconsciente.
Ciertamente habría que elaborar un capítulo especial para apreciar aún más con
apoyo de los textos la presencia directa del autor de Simbología del espíritu, Sicología y alquimia, Transformaciones y
símbolos de la libido.
El laberinto es una imagen que se extiende tanto a la
vida diurna como a la vida nocturna. Todo laberinto tiene una dimensión
inconsciente y por esto mismo perderse, estar perdido, son situaciones que ya
insinúan imágenes y metáforas a la vida consciente.
En los análisis de la imaginación pictórica también el
autor pone en contacto la imaginación con los elementos naturales. Es
significativo que un ensayo contenido en El
derecho de soñar lleve por título “el pintor atraído por los elementos”
donde los elementos son principios de la creación artística y en este sentido
el pintor antes de la obra pone en acción a una imaginación que piensa, “que
medita” sobre la naturaleza de las cosas.
No podría dejar de mencionar la relación de Bachelard con
el surrealismo, con los espacios oníricos, con los poetas surrealistas
particularmente Paul Eluard. El análisis de los Cantos de Maldoror del conde de Lautréamont le proporciona la idea
de una poesía de la excitación, una poesía muscular y de la agresión. El
complejo de Lautréamont, de agresión y de violencia está precisamente ahí junto
al dinamismo poético.
El fénix, fenómeno del lenguaje; Prometeo como ensoñación contribuye
a una poética de lo humano, es una imagen que exalta la naturaleza del hombre y
de su esfuerzo cultural; Empédocles es una imagen
esencialmente de aniquilación.
* Avance o anuncio del libro Bachelard o el complejo de Prometeo.
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