Si el fondo de una obra debe ser objetivo e
impersonal, ¿no es la forma lo que pertenece al escritor?
Marcel Schwob
(Escritor francés: 1867-1905)
Conocí a Marcel Schwob hace un par de meses y, desde ese momento, es
un placer comentar sobre la fuerza de la interlocución de este autor en los
asuntos “psicológicos” de los seres humanos, “uno por uno”. A Schwob no le
interesaba la humanidad en plural, sino el individuo en singular; en sus
propias palabras: “Las ideas de los grandes hombres son patrimonio común de la
humanidad: cada uno de ellos sólo poseía realmente sus rarezas”; es lo que dice
este maestro en el arte de la biografía de seres anónimos y marginales. De Clodia
—matrona impúdica—; de Crates —cínico—; de Séptima —hechicera—; de Eróstrato —incendiario—;
de Cecco Angliolieri —poeta rencoroso—; de Paolo Uccelo —pintor—; de Walter
Kennedy —pirata iletrado— y de los demás personajes que encarna en su obra Vidas Imaginarias, convencido como
estaba de que “la persona es el contrapeso de las masas…”.
A Schwob lo tocaban las rarezas humanas y el sufrimiento que de ellas
se deriva. Igual que los griegos, pensaba que el alma humana se acuna entre “El
terror y la piedad”, en donde se interroga por la ética, indicando —según creo—
que es en lo singular del terror, convertido en piedad cuando se comparte con
otros, en donde el alma encuentra equilibrio:
“El egoísmo
vital experimenta miedos personales: es el sentimiento que llamamos TERROR… El
egoísmo amenazado les daba terror; el sufrimiento compartido les daba piedad…
Todo esto sería bueno, sería justo, si el terror extremo no acarreara otra
cosa, si la piedad presente de aquello que se suprime no fuera más fuerte que
la piedad futura de aquello que se quiere crear, si la mirada de un niño no
hiciera vacilar a los asesinos de generaciones de hombres que quieren evitar el
terror de los pobres y mendigos… Tenemos piedad de esa miseria e intentamos
recrear la sociedad, desterrar de ella todos los terrores por el terror… Los
antiguos captaron el doble papel del terror y de la piedad en la vida humana.
No había moralidad en el arte, había que lograr el equilibrio en el alma”.
El alma y el arte, temas principales de su ensayo “El terror y la
piedad”, en el que además intenta ubicar el lugar de los fantasmas, “esas
creaciones y seres fantásticos que nacen en las cámaras de nuestro corazón y
nuestro cerebro” y que podemos elevar a la estatura de arte cuando logramos
separarnos un poco de ellas. El arte de la biografía, la perversidad, el verbo,
la risa, son algunos de los textos compendiados en el “El terror y la piedad”,
que desde la primera línea anuncia una lectura sugerente y dinámica, un
verdadero banquete estético de la palabra. No puedo terminar sin antes
agraceder a Fernando Orjuela, quien tuvo la maravillosa idea de presentarme las
Vidas Imaginarias de Schowb.
Quienes tengan en estima la crítica de autoridades literarias, deben
saber que Borges reconoció en Schwob a uno de sus principales maestros,
especialmente en la construcción de su Historia
universal de la infamia. De otra parte, es considerado como uno de los más
destacados maestros del ensayo y cuento corto.
Para quienes se decidan a echar un vistazo sobre la obra de este
hombre, remito un par de links en internet en los que se pueden leer varios de
sus cuentos, igualmente indico las traducciones usadas en esta presentación:
- En el sitio literario web TEMAKEL, Iair Kon, uno
de los traductores de Schwob hace una interesante introducción sobre la vida y
obra del autor. http://www.temakel.com/litschwob.htm
- Otros sitios, como la Biblioteca Digital Seva,
ofrecen traducciones de sus cuentos; valga decir que no son de la calidad que
ofrece las traducciones de la edición impresa de Vidas Imaginarias de Editorial Porrúa.
Referencias Bibliográfica para este texto:
Marcel Schwob
“Vidas Imaginarias – La Cruzada de los Niños”. Traducción de José Emilio
Pacheco y Rafael Cabrera. México, Ed. Porrúa, 1999.
Marcel Schwob “El Terror y la Piedad”. Traducción Iair Kon.
Buenos Aires, Libros del Zorzal, 2006.
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